Asistimos perplejos al mediático lanzamiento de la última producción del escritor Arturo Pérez-Reverte, El asedio; entre todos los flases, el revuelo periodístico, la curiosidad por la presentación y recorrido por el Cádiz moderno, nos queda algo: la sonrisa de un triunfador y la novela. Del autor reconocido y prestigioso, amén de catedrático de la lengua, no vamos a decir mucho, sólo una breve reseña al final del post, porque es suficientemente famoso, tanto él como su trayectoria literaria; del libro, sí, sí vamos a intentar opinar con sentido crítico y con pasión comedida.
El asedio nos emplaza, nos convoca al Cádiz abigarrado, al puerto de mar, a las calles y tugurios, a las mansiones, a los campos, a las casas, a todo él, y lo hace con la excusa macabra de una historia, la de un asesino que se dedica a matar, a torturar a mujeres, que aparecen en los lugares que ha caído un obús de las tropas francesas que asedian la ciudad. Ah, ¿que no había dicho que su trama se desarrolla durante este episodio histórico? Pues sí, sitúa la acción entre 1811-1812, en medio de las pobladas callejas y con el puerto, auténtico motor de la ciudad, como vía de escape al clima claustrofóbico provocado por el sitio, con el trasfondo de la redacción de la Constitución liberal promulgada por las Cortes de Cádiz. Una serie de personajes pueblan las páginas y la historia, desde un duro policía, Rogelio Tizón, hasta un capitán corsario, Pepe Lobo, pasando por una mujer de negocios, Lolita Palma, extrañamente atraída por el corsario, y un taxidermista, Gregorio Fumagal, que también actúa como espía de los franceses. Pero la vista del narrador también se fija en los sitiadores, en un oficial obsesionado por el alcance y por la precisión de los obuses que lanzan sus piezas de artillería, Simón Desfosseux. También tienen su parte de importante protagonismo los entes toponímicos, el puerto, las calles, los lugares de reunión, al igual que el resto de la ciudad y, cómo dije antes, la redacción de la Constitución liberal. No importa mucho que antes incluso de leerla ya se tenga una vaga idea sobre de qué va la trama de la novela negra que se integra dentro del resto de la narrativa, tampoco que se intuya que existe una obra romántica, ni siquiera que se tontee con los datos científicos, con los históricos, etc., no, lo que de verdad llama la atención, lo que constituye el eje del tocho (son más de setecientas páginas) es la ciudad, el momento que la misma vive; el resto, las gentes, los instantes, son mero atrezo, simples figurantes. Está editada por Alfaguara; y suponemos, dada nuestra experiencia, que pronto acabará versionada en una película. Recomendable.
Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951), periodista, pero sobre todo reportero de guerra, siempre metido en distintos fregados, con esa extraña adicción a la adrenalina y el tono épico de acompañaba a sus reportajes. Terminó como presentador de un programa de televisión, de cuyo nombre seguro que él no quiere acordarse (yo tampoco), para después dedicarse en exclusiva a la escritura de libros. Sus títulos principales son: El húsar, El maestro de esgrima, La tabla de Flandes, El club Dumas, Territorio Comanche,La piel del tambor, La carta esférica, La Reina del Sur,Cabo Trafalgar, El pintor de batallas, Un día de cólera y la serie de relatos del Capitán Alatriste.
Sus novelas han sido ampliamente trasladadas a las pantallas del cine. Es catedrático de la Real Academia Española de la Lengua.
Me encanta este autor. Lo leí hace muchos años pero he buscado libros de él para regalar a mi hijo que también lo lee, pero con más asiduidad. Me encantó tu blog. me acabo de inscribir en cinco links y allí te he conocido. ZM
ResponderEliminarestoy terminando la novela, de momento sigo con interés la historia, dado el poco tiempo que tengo para leer ya es un éxito que consiga acabarla, hay pasajes en los que me duermo, no estoy preparado para tanta terminología marina y balística , pero para eso estan los libros para enseñar, gracias maestro por ser tan TU
ResponderEliminarEl libro es excelente, fabuloso, no tiene desperdicio y llegas al final sin saber como va el autor a terminar con todas esas historias, pero parece que alli se cansa Don Arturo y de cuatro capotazos termina, como quizas teminan las cosas en la vida real.
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