10 de abril de 2010

Villa Amalia

Llevo tiempo diciéndolo, y lo vuelvo a repetir: si la poderosa Europa corps. está involucrada en una producción, entonces es de calidad; resulta casi un delito perdérsela.

Pues éste es el caso de la película francesa Villa Amalia, a punto de estreno en nuestras salas; filme que no parece contar con una promoción suficientemente fuerte, con capacidad para generar expectativas, así que este post va a ser un poco más largo de lo que suele ser costumbre en el blog para paliar en lo posible la carencia de publicidad e impulso.

Todo lo dicho se hace desde el convencimiento de que lo que vamos a percibir a través de los sentidos (porque Villa Amalia se aprecia por todos ellos, sí, incluso por el tacto y el gusto, y por el común también) resultará una mixtura de sensaciones plácidas, sin sobresaltos ni golpes efectistas (tan de moda en el cine últimamente), pero con una profundidad que nos encerrará en la mente, en la parte que está tras los ojos de la protagonista, en el interior de sus sensaciones, sus esperanzas y sus deseos, sus miedos y fracasos: su experiencia. El argumento, basado en la novela homónima del gran escritor galo (y polifacético personaje, amén polemista) Pascal Quignard, nos presenta una casualidad como desencadenante, detonante, de la ruptura, “la gota que colma el vaso” del hastío de la protagonista, de Ann Hidden, una concertista que descubre a su marido abrazado a otra mujer (cosas que pasan), lo que la lleva a decidirse a una irrefrenable huída, un escape en el que no es perseguida, no, simplemente abandona lo que le sobra, lo que le agobia, lo que ya no le sirve de bagaje. En su periplo, acude a una isla (Ischia, situada frente a las costas de Nápoles, con preciosas playas y geografía volcánica) que tiene en lo alto de un cerro una villa, la que constituye el título de la película. Pero no siempre se encuentra la paz en los lugares que la buscamos, porque el pasado emerge para darnos ilusiones y esperanzas, también para truncarlas, sí. Esto es cine, cine del bueno. El director se mantiene lo suficientemente cerca de la actriz protagonista, lo suficiente sólo, pero dándole el espacio necesario, es decir, se limita a acompañarla, ayudado en su labor por una excelente fotografía, obra de Caroline Champetier, y amenizado por la música, una sublime puesta en escena que ayuda a entender cada momento, cada sentimiento. Repito, imperdonable dejar pasar esta oportunidad de disfrutar con una película para recordar.
TÍTULO ORIGINAL: Villa Amalia
GÉNERO: Drama
PAÍS y AÑO: Francia-2009
DIRECTOR: Benoît Jacquot
GUIÓN: Benoît Jacquot, Julien Boivent SOBRE NOVELA DE  Pascal Quignard
MÚSICA: Bruno Coulais
FOTOGRAFÍA: Caroline Champetier
PRODUCTORA: Rectangle Productions / EuropaCorp
REPARTO: Isabelle Huppert, Jean-Hugues Anglade, Xavier Beauvois, Maya Sansa, Clara Bindi, Viviana Aliberti


La novela:
Ann Hidden (escondida en inglés) es una fugitiva, una persona que rompe con lo que ya le sobra, le cansa, se rehace, modifica su vida adrede. Y lo hace desde el convencimiento, con la simple excusa de una supuesta infidelidad, que todavía resulta más difícil de entender para el común de los mortales. Plagada de metáforas, de frases que retuercen el sentido, la sensación de orden en el relato, Pascal Quignard arma una magnífica obra, incluso (siempre según mi humilde entender) más atrayente que "Todas las mañanas del mundo", y lo hace desde el estudio de su protagonista, que no vuelve la vista, no, ni siente nostalgia por lo abandonado, tampoco, el porqué es simple: tiene su música y la esperanza de encontrar algo en el futuro que llene todas sus aspiraciones. En Villa Amalia Ann recuperará la paz y una siempre incierta felicidad. Trabará amistad con nuevos entes antropomórficos, el médico y su hija, una mujer, Giulia; pero, tras un horrible acontecimiento, todas estas amistades se resquebrajan. ¿La solución? Otra vez huir, el regreso a los orígenes, la vuelta a Francia. Y desde lo más profundo de los recuerdos, desde la infancia, acontece, florece un nuevo futuro, algo inesperado que obliga a decidirse, a dejar las espantás a un lado, a pronunciarse. Excelente narrativa, realizada con una prosa simple y fácil de leer, muy bien desarrollada y que nos conmueve fácilmente. Quignard rodea las simples situaciones de un halo de misterio, de importancia, nos recrea, nos imbuye en los dolores a través de una simple frase. Todo el relato se encuentra plagado de obsequios para que el lector los descubra, los interprete, sea capaz de sacarles el partido que tienen. También las metáforas, plenas de fuerza, al igual que las ideas, que retuercen el sentido, que hacen que el orden de los acontecimientos se modifique, se torne esquivo a la lógica. Incluso se percibe el dolor de forma más sentida al ser descrito como simple por el autor. Novela imprescindible de este escritor con el que no concuerdo en demasiadas cosas, pero al que admiro por lo fácil que realiza su pasión, la escritura. Consigue que lo que expone en el blanco papel mantenga en la memoria de los que lo leen un imborrable recuerdo.

Algunos de sus títulos, mitad novela, mitad ensayo son:
El nombre en la punta de la lengua
Vida secreta
La frontera
Terraza en Roma
Vida secreta
Último reino

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