8 de diciembre de 2009

Crítica de la novela Nocturna


Nocturna, de Guillermo del Toro y Chuck Hogan, resulta una novela entretenida, quizá un poco densa en un principio por su intento de centrarse en gran cantidad de personajes y de ubicar su situación, motivación o problemas, sus empleos o sus oscuras ambiciones o deseos más íntimos, pero poco a poco va concentrándose en los personajes esenciales, sus vivencias y en la importancia que tendrán dentro de la trama. Situada en un New York que intenta recuperarse de la lesión sufrida en su autoestima y superar la conciencia de vulnerabilidad que supuso el hecho fatídico de la tragedia del Word Trade Center, muy presente en todo momento en la historia, dibuja en un clima de perplejidad el inicio del caos ante lo imprevisible, lo increíble, lo improbable de una supuesta infección importada al país por un ambicioso financiero que ansía poseer algo que nunca tuvo físicamente: salud y vida normal. Parece ser que en un principio se concibió como serie para televisión, pero al no cuajar, terminó convirtiéndose en una novela, primera de la trilogía denominada “De la oscuridad”, y tal vez se noten ambas cosas: su desarrollo parece ser más el de una unión de capítulos y da la sensación de inacabada, de que le falta el remate, sin embargo es plenamente legible sin la próxima compañía de sus compañeras de tríada. Un avión, un Boeing 777, arriba al aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York, nada parece fuera de lo normal; pero tras el aterrizaje, la aeronave queda totalmente inmóvil, sin ningún impulso de vida, ni físico ni mecánico, ni eléctrico ¿Muerta? Tal vez. Los equipos que llegan se encuentran con un auténtico horror: la masiva defunción inexplicable de todo el pasaje, bueno, de todo no, de casi todo. A partir de ahí se desencadena el resto de la historia. Es de vampiros, tan de moda en estos últimos tiempos, pero nada que ver con el mito romántico que ha impuesto la saga escrita por Stephenie Meyer y adaptada al cine; no, éstos más bien parecen zombis íntimamente ligados al famoso Nosferatu de nuestras pesadillas. También se aborda el tema desde un punto de vista próximo a la infección, a la pandemia producida por un virus que usa como huésped un parásito, que a su vez utiliza y muta para sobrevivir o transmitirse a los vampiros, que necesitan la sangre de los humanos. Nuestra opinión es favorable a este obra que suponemos intenta paliar la posible censura envolviendo todo de un febril aura metafórica (shiiiiiiis, ya sabéis, todavía no se puede afirmar nada hasta que no se desclasifiquen los documentos, y eso no pasará hasta dentro de, por lo menos, 50 años). Está editado por Suma de letras.
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